Un esperado regreso en la Reserva El Potrero

En 2017, un sueño comenzó a tomar forma en la Reserva El Potrero: volver a ver a la corzuela parda —o guazuncho— recorriendo nuestros montes.
Durante más de una década, no hubo rastros de su presencia en la zona. Esa ausencia fue el motor que nos impulsó a iniciar el Proyecto de Repoblación de la Corzuela Parda, con el objetivo de devolver a esta especie nativa el lugar que le corresponde en la naturaleza.

Desde entonces, cada rescate, cada recuperación y cada etapa de adaptación nos acercó a este momento: la apertura de las puertas del predio de pre-suelta para que las corzuelas regresen a su hogar natural.

El camino no fue fácil. Muchas de estas corzuelas llegaron a la Reserva después de historias difíciles: algunas se recuperaron de accidentes, otras fueron rescatadas de la tenencia ilegal por las autoridades provinciales, y algunas más dejaron atrás el mascotismo gracias a la entrega voluntaria de vecinos comprometidos.

Tras pasar por un período de cuarentena y cuidados veterinarios, cada una fue trasladada al predio de pre-suelta, un espacio de 13 hectáreas de monte nativo que reproduce las condiciones de su hábitat natural. Allí, recuperaron las habilidades necesarias para valerse por sí mismas.

Hoy, queremos compartir algunas de esas historias que hicieron posible este proyecto:

MEMÉ: El primer macho en integrarse al proyecto, rescatado por Danilo, un hombre que pasó de cazador a protector gracias al vínculo con este guazuncho. Su historia marcó un antes y un después para El Potrero.

CHIVÍ: La primera hembra en llegar a la Reserva, gracias al compromiso de Elizabeth, una vecina de Villaguay. Con su llegada se conformó la primera pareja reproductora junto a Memé, un hito para avanzar en el proyecto.

SEBI: Llegó desde Cerrito tras sobrevivir a un atropello que le costó una pata. Con los cuidados de Mónica logró recuperarse y, contra todo pronóstico, se convirtió en padre en la Reserva.

INDIA, LUNA Y SOL: Hijas de Memé y Chiví, nacidas en 2018, 2019 y 2020, son fruto de la primera pareja reproductora formada en El Potrero.

MORITA: Rescatada de la tenencia ilegal en Hasenkamp, llegó muy debilitada, pero con atención veterinaria y rehabilitación recuperó fuerzas y vitalidad, sorprendiendo con su energía y saltos.

MILAGROS: Hija de una corzuela hembra rescatada muy lastimada en el río Paraná. Apenas dos meses después de su rescate, Milagros nació en la Reserva, trayendo consigo un mensaje de esperanza.

LULI: Llegó gracias a la campaña provincial “Devolvelos a su hogar, devolvelos a la naturaleza” y a la entrega voluntaria de una familia de Ombú, que confió en la Reserva para brindarle un futuro mejor.

VILSON: Macho nacido en cautiverio, trasladado desde el Ecoparque de Buenos Aires. Su llegada marcó la primera colaboración con esta institución para fortalecer el programa de repoblación.

OJITO: Rescatado en Maciá y cuidado por Patricia y su familia durante casi cuatro años, quienes decidieron devolverlo a la naturaleza para que pudiera vivir en libertad.

KARAPÉ: Rescatado tras una denuncia por venta ilegal en redes sociales. Luego de unos días en el Parque Escolar Rural Enrique Berduc, llegó a la Reserva para comenzar su rehabilitación.

La liberación de estas corzuelas representa mucho más que un momento simbólico: es un paso firme hacia la recuperación de una especie que forma parte de nuestra identidad natural.

Su futuro depende del compromiso de todos para respetar, cuidar y proteger los montes que son su hogar.

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